Nuestra manera de vivir y la actitud que tenemos ante cualquier acontecimiento está dirigido por tres componentes básicos: acciones, pensamientos, y emociones.
Son justamente estás últimas, las emociones, las más antiguas y básicas de toda nuestra gama de reacciones, y aunque hemos tenido miles de años para aprender a controlarlas como especie, aún nos siguen dominando.
Valdría la pena hacer unos ejercicios para la memoria y hacer recordar lo que pasa cada vez que accionamos o reaccionamos desde las emociones. Pero mientras, echémosle un vistazo a las emociones que más nos afectan:
– Ansiedad o exceso de futuro: La ansiedad tampoco nos permite pensar bien, pero en este caso es porque pensamos demasiado. Prioriza y no te preocupes, ¡Ocúpate! Haz lo que tengas que hacer, pero un paso a la vez.
– Hiperexcitación: Conseguir la meta a todo costo.
La hiperexcitación es emocionarse de más, lo que puede acabar significando dejarse llevar sin evaluar riesgos y consecuencias. Lo que al final puede acabar en fracaso.
Si al momento de tomar una decisión te das cuenta que no haz evaluado los riesgos ¡Detente! Estás cegado por tus emociones.
– Ira o rabia: La ira nos hace completamente ciegos ante en el entorno y nos motiva a hacer las cosas por venganza, haciéndonos olvida el motivo verdadero por el cual estamos en un lugar o en un camino. ¿Nuestro consejo? Cuando tengas momentos para ti, interaliza tus pensamientos, tranquiliza tu mente. Agradece y perdona.
– Negatividad extrema “No puedo”: La negatividad nos hace perder el tiempo y el esfuerzo, con ella nos trazamos metas bajas y menospreciamos nuestros logros; es como si nuestra propia sombra nos tapase el sol.
Reconoce tus habilidades y tus logros; mira alrededor y date cuenta de que hay mucha, pero mucha gente saliendo adelante en circunstancias similares o peores. “Fallaras en el 100% de las cosas que no intentes”, recuérdalo…