¿Qué es el liderazgo situacional y por qué es importante?
Liderazgo situacional
El entorno cambiante en el que se mueven las empresas convierte el rol de manager en un desafío constante que hace recomendable adaptar el tipo de gestión a las distintas necesidades de la empresa.
Dentro de este exigente contexto, el liderazgo situacional se revela como una herramienta de gran eficacia para obtener esa necesaria versatilidad a la hora de gestionar el equipo humano en función de su situación y nivel de desarrollo. Del mismo modo que el entorno competitivo que constituye el hábitat de la empresa requiere una adaptación y flexibilidad constantes, las necesidades de gestión de los empleados dependerán en cada momento de una serie de factores vinculados a su grado de madurez. Factores relacionados con el contexto, el nivel de desarrollo y competencia del equipo de trabajo serán elementos a analizar con el fin de establecer un estilo de liderazgo coherente. Será, en suma, el diganóstico realizado el que determine cuál es el tipo de liderazgo idóneo a la luz de las circunstancias. El estilo de liderazgo estará basado en un comportamiento directivo o de apoyo. En la práctica, éste se plasmará en un estilo de liderazgo más o menos flexible, de acuerdo con el modelo elegido, que se inicia con un estilo de control y finaliza con una delegación que, a diferencia del inicial, implican un bajo nivel de dirección y apoyo.
El modelo de Hersey y Blanchard
El concepto de liderazgo situacional se basa en el modelo que propusieron Paul Hersey y Ken Blanchard como estilo de gestión más eficaz gracias a su capacidad de adaptación a las distintas situaciones por las que atraviesa un equipo de trabajo. Los autores distinguen cuatro niveles de desarrollo en los equipos, desde un primer nivel de control a un segundo nivel de supervisión, una tercera fase de de asesoramiento y, finalmente, un nivel de desarrollo maduro en el que el líder delega. Su función en este último nivel es simplemente el de apoyo al grupo, un equipo de trabajo autónomo, competente, cohesionado y motivado. Otro aspecto de la teoría situacional de Hersey y Blanchard es un práctico enfoque de la importancia otorgada a las tareas y a las relaciones, atribuyéndoles diferentes niveles y relacionando las posibles combinaciones con distintas necesidades de liderazgo. Básicamente, desde unos inicios en los que se precisa un control directivo hasta una etapa final de consolidación que aconseja la delegación y, lógicaemente, se caracteriza por una mayor competencia, experiencia y también independencia de los empleados.
La eficacia del liderazgo situacional
La flexibilidad que permite el liderazgo situacional se traduce en una eficacia práctica que resulta muy útil para sacar el mayor partido de los equipos de trabajo en todo momento. Conseguir un liderazgo adecuado a las necesidades del equipo es la principal ventaja de este modelo, utilizado como instrumento de capacitación desde un punto de vista de competencia y también de disposición para llevar a cabo la tarea. Su eficacia dependerá de la evolución conseguida, desde una inmadurez en la que el control suple la falta de capacidad y la disposición, hasta un grupo maduro con disposición para aceptar responsabilidades y preparación para llevarlas a cabo de forma idónea.
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